Los Caifanes.
México contemplándose a sí mismo.
Título: Los caifanes.
Director: Juan Ibáñez.
Año: 1967.
Escritor / Guión: Juan Ibáñez, Carlos Fuentes.
Fotografía: Fernando Colín.
Actúan: Enrique Álvarez Félix, Julissa, Sergio Jiménez, Ernesto Gómez Cruz, Eduardo López Rojas, Óscar Chávez, Carlos Monsiváis, Martha Zavaleta.
Jaime y Paloma son una joven pareja de novios, miembros de la alta sociedad quienes asisten a una fiesta a las afueras de la Ciudad de México; al término de esta, deciden no acompañar al resto de los invitados, quedándose en la casa solos. Paloma rechaza el escarceo íntimo de Jaime y le pide regresar a la ciudad. Mientras buscaban la manera de regresar, se topan con la pandilla de los caifanes. Después de tener un leve altercado con ellos, Jaime y Paloma se van de juerga con los caifanes para entonces, descubrir que ellos tienen una manera particular de divertirse, y pasar la noche más extraña de sus vidas.
Hablar de los caifanes es hablar de uno de los hitos del cine mexicano.No es una película fácil; más bien es una obra que para apreciarla hay que verla varias veces. Referente en muchos aspectos, es considerada por muchas razones, una película de culto, que por momentos remite al cine experimental, por momentos al teatro del absurdo. Si partimos de la premisa de que «el cine es el reflejo de un pueblo», en los caifanes no sólo vemos la imagen de un pueblo, en cuanto a la mirada ajena, sino que vemos a un pueblo mirándose al espejo: contemplándose a sí mismo. El eterno conflicto de clases: de pelados y burgueses; y, principalmente, la lucha del mexicano contra sus complejos internos: sentimiento de inferioridad, desconfianza.¹
Paloma (Julissa), es una joven, guapa, acomodada; presionada quizá por las intenciones de matrimonio, siente que no ha experimentado suficiente; desea vivir intensamente. «Vivir intensamente te da la sensación de vivir», le comenta uno de los invitados a la fiesta con los que platica del tema. Jaime (Enrique Álvarez Félix), es un arquitecto, con un futuro prometedor, le preocupa su prestigio, su nombre; lleva una vida discreta, quizá un poco aburrida. Su siguiente paso es casarse con Paloma.
Por otro lado, el capitán gato (Sergio Jiménez), el azteca (Ernesto Gómez Cruz), el mazacote (Eduardo López Rojas), y el estilos (Óscar Chávez), son un grupo de amigos originarios de la Ciudad de México, que trabajan de mecánicos en Querétaro. Cada uno de ellos se identifica por su sobrenombre, tienen una jerga particular y se refieren a sí mismos como los caifanes. Entre ellos existe una fraternidad especial, en la que el capitán gato funge como catalizador y líder.
¿Qué es un caifán? Cuando Jaime se refiere a ellos como pachucos, el capitán gato lo interrumpe para aclararle que no, que pachuco son palabras mayores; el azteca agrega: «caifán es el que la puede con todas». Se podría decir que cada uno de ellos representa a un personaje del México popular, pelados a fin de cuentas, aunque no en el sentido estricto y sí con ciertas variantes. —Irónicamente el personaje del azteca sí se puede identificar con un pachuco: está vestido como tal, y en algún momento de la película se refieren a el como el chicano—. Entonces ¿qué es un caifán? Carlos Monsiváis dice que es una expresión de arrabal formada por los vocablos cae y fine; es decir: el que cae bien.²
Los personajes no solo se desarrollan a lo largo de la película, sino que se presentan de tal manera que el espectador los va construyendo, los descifra. Los primeros planos y las tomas laterales ayudan a descubrir: gestos, risas irónicas, pensamientos, complicidades. La pareja de extraños genera en los caifanes una incomodidad, un sentimiento de inferioridad; aunque Paloma se vuelve también el objeto deseado y venerado que les hace aflorar un sentido de respeto.
«La noche es larga caifanes», dice al principio de la historia el capitán gato. Los caifanes van a la Ciudad de México a divertirse. Sin embargo, esa noche de juerga es para ellos un desahogo, una catarsis, una revancha con la que no reivindican otra cosa más que su propia existencia. Lo anterior sucede sin sentimentalismos, sin caer en el maniqueísmo de «pobre bueno y rico malo». Los caifanes no muestran escrúpulos ni escatiman a la hora de realizar sus jaladas —que es como ellos llaman a sus desmanes—.
Al final todo es un juego de máscaras, de máscaras intercambiables. Paloma obtiene esa noche la aventura que la hace sentir lo que es vivir al máximo; la lleva «fuera de su mundo» y ella se identifica, se mimetiza y se vuelve cómplice de los caifanes. Jaime, por su parte se enfrenta a su realidad: a la fragilidad de su relación con Paloma, al miedo de verse expuesto; a su clasismo; por momentos le habla en inglés a Paloma para que los demás no entiendan lo que dice. Los caifanes, por su parte, portan esa máscara, con sus sobrenombres y jerigonza, para evadir su realidad: la de ser unos marginados.
La película de estilo «nouvelle vague», está cargada de realismo, pero también de simbolismos y de surrealismo, con personajes nocturnos, su estética y eventos que, si bien no son inverosímiles, parecen sacadas de un sueño o de escenas de teatro experimental; el director, Juan Ibáñez,explora en la película los temas que le atraían y lo caracterizaban como artista: el tiempo, la muerte, la verdad y la belleza.³
Estrenada en 1967, la película obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Argumentos, convocado por la Dirección General de Cinematografía, el Banco Nacional Cinematográfico y la Asociación de Productores y Distribuidores de Películas Mexicanas.
Referencias:
1- Cfr. Ramos, Samuel. "Psicoanálisis del mexicano" en su: El perfil del hombre y la cultura en México. 27ª reimpresión. México: Espasa Calpe, 1997 . pp. 50-62.
2-Monsiváis, Carlos. «Ahí está el detalle»: el habla y el cine de México. Ponencia presentada en el 3er Congreso Internacional de la Lengua Española. Zacatecas, 1997. Recuperado de:
http://congresosdelalengua.es/zacatecas/plenarias/cine/monsivais.htm
3-González, Paulina. La noche es larga Caifanes. Monografía de Juan Ibáñez. México: Generación Publicaciones Periodísticas. 2018. p.99.
Hablar de los caifanes es hablar de uno de los hitos del cine mexicano.No es una película fácil; más bien es una obra que para apreciarla hay que verla varias veces. Referente en muchos aspectos, es considerada por muchas razones, una película de culto, que por momentos remite al cine experimental, por momentos al teatro del absurdo. Si partimos de la premisa de que «el cine es el reflejo de un pueblo», en los caifanes no sólo vemos la imagen de un pueblo, en cuanto a la mirada ajena, sino que vemos a un pueblo mirándose al espejo: contemplándose a sí mismo. El eterno conflicto de clases: de pelados y burgueses; y, principalmente, la lucha del mexicano contra sus complejos internos: sentimiento de inferioridad, desconfianza.¹
Paloma (Julissa), es una joven, guapa, acomodada; presionada quizá por las intenciones de matrimonio, siente que no ha experimentado suficiente; desea vivir intensamente. «Vivir intensamente te da la sensación de vivir», le comenta uno de los invitados a la fiesta con los que platica del tema. Jaime (Enrique Álvarez Félix), es un arquitecto, con un futuro prometedor, le preocupa su prestigio, su nombre; lleva una vida discreta, quizá un poco aburrida. Su siguiente paso es casarse con Paloma.
Por otro lado, el capitán gato (Sergio Jiménez), el azteca (Ernesto Gómez Cruz), el mazacote (Eduardo López Rojas), y el estilos (Óscar Chávez), son un grupo de amigos originarios de la Ciudad de México, que trabajan de mecánicos en Querétaro. Cada uno de ellos se identifica por su sobrenombre, tienen una jerga particular y se refieren a sí mismos como los caifanes. Entre ellos existe una fraternidad especial, en la que el capitán gato funge como catalizador y líder.
¿Qué es un caifán? Cuando Jaime se refiere a ellos como pachucos, el capitán gato lo interrumpe para aclararle que no, que pachuco son palabras mayores; el azteca agrega: «caifán es el que la puede con todas». Se podría decir que cada uno de ellos representa a un personaje del México popular, pelados a fin de cuentas, aunque no en el sentido estricto y sí con ciertas variantes. —Irónicamente el personaje del azteca sí se puede identificar con un pachuco: está vestido como tal, y en algún momento de la película se refieren a el como el chicano—. Entonces ¿qué es un caifán? Carlos Monsiváis dice que es una expresión de arrabal formada por los vocablos cae y fine; es decir: el que cae bien.²
Los personajes no solo se desarrollan a lo largo de la película, sino que se presentan de tal manera que el espectador los va construyendo, los descifra. Los primeros planos y las tomas laterales ayudan a descubrir: gestos, risas irónicas, pensamientos, complicidades. La pareja de extraños genera en los caifanes una incomodidad, un sentimiento de inferioridad; aunque Paloma se vuelve también el objeto deseado y venerado que les hace aflorar un sentido de respeto.
«La noche es larga caifanes», dice al principio de la historia el capitán gato. Los caifanes van a la Ciudad de México a divertirse. Sin embargo, esa noche de juerga es para ellos un desahogo, una catarsis, una revancha con la que no reivindican otra cosa más que su propia existencia. Lo anterior sucede sin sentimentalismos, sin caer en el maniqueísmo de «pobre bueno y rico malo». Los caifanes no muestran escrúpulos ni escatiman a la hora de realizar sus jaladas —que es como ellos llaman a sus desmanes—.
Al final todo es un juego de máscaras, de máscaras intercambiables. Paloma obtiene esa noche la aventura que la hace sentir lo que es vivir al máximo; la lleva «fuera de su mundo» y ella se identifica, se mimetiza y se vuelve cómplice de los caifanes. Jaime, por su parte se enfrenta a su realidad: a la fragilidad de su relación con Paloma, al miedo de verse expuesto; a su clasismo; por momentos le habla en inglés a Paloma para que los demás no entiendan lo que dice. Los caifanes, por su parte, portan esa máscara, con sus sobrenombres y jerigonza, para evadir su realidad: la de ser unos marginados.
La película de estilo «nouvelle vague», está cargada de realismo, pero también de simbolismos y de surrealismo, con personajes nocturnos, su estética y eventos que, si bien no son inverosímiles, parecen sacadas de un sueño o de escenas de teatro experimental; el director, Juan Ibáñez,explora en la película los temas que le atraían y lo caracterizaban como artista: el tiempo, la muerte, la verdad y la belleza.³
Estrenada en 1967, la película obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Argumentos, convocado por la Dirección General de Cinematografía, el Banco Nacional Cinematográfico y la Asociación de Productores y Distribuidores de Películas Mexicanas.
Referencias:
1- Cfr. Ramos, Samuel. "Psicoanálisis del mexicano" en su: El perfil del hombre y la cultura en México. 27ª reimpresión. México: Espasa Calpe, 1997 . pp. 50-62.
2-Monsiváis, Carlos. «Ahí está el detalle»: el habla y el cine de México. Ponencia presentada en el 3er Congreso Internacional de la Lengua Española. Zacatecas, 1997. Recuperado de:
http://congresosdelalengua.es/zacatecas/plenarias/cine/monsivais.htm
3-González, Paulina. La noche es larga Caifanes. Monografía de Juan Ibáñez. México: Generación Publicaciones Periodísticas. 2018. p.99.
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